Desde muy pequeño, Jefferson Vásquez cuenta que cuidó de su madre y su abuela, dos migrantes de El Salvador que durante años sufrieron complicaciones de salud. De esta manera, él fue el responsable de acompañarlas al hospital, ya que era la única persona de la familia que sabía inglés.
“El hecho de haber estado tanto tiempo en hospitales me hizo darme cuenta de que la mayoría de los empleados no se parecían a mí, ni hablaban mi lengua materna”, dice Vásquez. “Recuerdo pensar, aquí, no hay latinos”.
Vásquez afirma que pasar mucho tiempo en los servicios de emergencia era mucho que procesar para un niño de 12 años, sobre todo cuando se enteraba de lo que sufrían sus familiares y tenía que traducirles la noticia. “Sentía la tensión, la parte emocional de transmitir el mensaje. Quería explotar; mentalmente, era frustrante”, dijo.
La preponderancia de trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (TEPT) en las comunidades migrantes, ha sido un problema que se ha exacerbado en el transcurso de los años, especialmente entre los niños. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), los jóvenes inmigrantes sufren con frecuencia situaciones traumáticas.
Dentro de la población general estadounidense antes de la pandemia de la COVID-19, los CDC informaron que uno de cada cinco niños padecía de un trastorno mental.
Desde el inicio de la pandemia, los datos de los CDC afirman que las visitas a los servicios de urgencias relacionadas con enfermedades mentales aumentaron en un 24% para los niños de 5 a 11 años y en un 31% para los de 12 a 17 años, en comparación con los datos de 2019. Además, el 71% de los padres afirmaron que la pandemia había empeorado la salud mental de sus hijos, según una encuesta realizada por el Hospital Infantil Lurie de Chicago.
Según un informe de 2022 del Centro SOL de la Universidad de John Hopkins, una organización que presta servicios de investigación y promueve políticas para mejorar las oportunidades de salud para los latinos de la región del DMV, la pandemia también agravó las disparidades existentes en los servicios de salud mental. Los estudiantes que necesitan acceder a recursos de salud mental, especialmente los de entornos socioeconómicos más bajos como los jóvenes inmigrantes, siguen teniendo menos acceso a terapeutas, consejeros y psicólogos escolares. Tal como se indica en el informe, existen importantes disparidades en Maryland, y abordarlas debe ser una prioridad para los proveedores de servicios de salud y los responsables políticos estatales y locales.
Vásquez recuerda que cuando le comentó a su padre lo deprimido que estaba, él le respondió: “Eres un hombre, sé fuerte. Pero yo no podía… seguía aguantándome, me resultaba muy duro y en ese momento no busqué la ayuda que necesitaba”, confiesa el joven que ahora tiene 18 años, y agrega que, con el paso de los años, creó mayor conciencia sobre la importancia de la salud mental y buscó recursos psicológicos.
“No creemos en la salud mental como comunidad, y es todavía un tabú, ni siquiera pensamos en encontrar soluciones al problema”, dijo Vásquez.
Según Patricia Ríos, miembro de la junta directiva del Centro Manna Food y miembro del Comité Directivo, Healthy Montgomery, todavía existe un gran estigma para las familias migrantes en torno a la salud mental. Desgraciadamente, como “su prioridad es poner comida en la mesa y tener un techo bajo el que dormir, pensar en cuestiones de salud mental no son una prioridad”, afirmó.
La barrera del idioma también es un problema significativo en el acceso a los servicios de salud mental para las familias hispanas migrantes. “No sólo la mayoría de los servicios son en inglés y se ofrece muy poco en español, sino que además, hay elementos culturales que se pierden, aunque se cuente con la ayuda de un intérprete”, añade Gabriela Romo, consejera clínica licenciada centrada en la comunidad hispana del condado de Montgomery.
Identificar las circunstancias de los niños migrantes y sus familias es esencial para atender sus necesidades, afirmó Romo. Para los latinos, la afiliación familiar y comunitaria es importante para su vida cotidiana. ” Colaborar con líderes comunitarios y las escuelas, puede ser significativo para la cultura hispana, sobre todo, porque ya cuentan con la confianza de la comunidad”, añade.
Identity o identidad en español, una organización sin fines de lucro que provee servicios de apoyo social y emocional a jóvenes y familias hispanas de Maryland, ha implementado la práctica de los “encuentros”, donde las familias se reúnen y se sienten parte de la comunidad.
“Encuentran un espacio seguro para hablar de cómo se sienten. En este lugar, ellos pueden conversar con alguien de su cultura y sentirse escuchados”, explicó Diego Uriburu, director ejecutivo de Identity. Durante los “encuentros”, los niños pueden jugar y pasar tiempo juntos. “El juego en sí, es extremadamente terapéutico. Como la salud mental de los niños a menudo ha empeorado debido a la carga de los problemas de los padres, ellos liberan ese estrés jugando”, explicó Uriburu.
Los hispanohablantes constituyen alrededor del 86% del cuerpo estudiantil extranjero de las Escuelas Públicas del Condado de Montgomery (MCPS, por sus siglas en inglés). “Nuestra mayor población internacional es la de habla hispana”, afirma Margarita Bohorquez, supervisora de la Oficina de Admisiones Internacionales de MCPS. Para hacer frente a la crisis de salud mental, ellos han contratado y capacitado a profesionales de la salud multilingües y multiculturales “para atender las necesidades de estas familias de una manera culturalmente receptiva en su lengua materna”, dijo.
Christina Conolly-Chester, directora de servicios psicológicos de MCPS, añadió que “entendemos que el idioma puede ser una barrera, por lo que hemos hecho esfuerzos para contratar personal bilingüe y estamos orgullosos de decir que tenemos el mayor número de psicólogos bilingües en el estado de Maryland. Estamos proporcionando apoyo a todos los estudiantes y que el entorno general de enseñanza sea informado sobre el trauma”.
MCPS es el mayor distrito escolar de Maryland, con más de 160.000 alumnos.
Vásquez es ahora estudiante de primer año de psicología con clases de preparación para medicina en la Universidad de Montgomery y quiere seguir una carrera en neurología o psiquiatría.
“Después de lo que viví y sentirme frustrado cuando me di cuenta de que no había suficientes terapeutas hispanohablantes, llegué a decirme a mí mismo que quería dedicarme a esto el resto de mi vida y ayudar a mi comunidad”, afirmó Vásquez.
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